Desde los
más profundos designios de la belleza, amados maestros, bajamos al servicio de
las estrellas. Guiados por fuerzas que ven en la bruma abrimos el corazón a la
inspiración de vuestras manos. En los albores de la aurora, os escuchamos para
cantaros, sosteniendo en nuestros brazos la cuna de nuestro encuentro.
Allegados maestros, vuestros mensajes abren las puertas del tiempo, desde las fuentes de la victoria nos traéis el recuerdo de quien verdaderamente somos, el hogar del que partimos, el ocaso en la mortalidad de ojos humanos. Centinelas del tiempo, destellos que nos mostráis el camino, padres de nuestras almas, no hay mayor gozo que vuestro regazo.
Profunda presencia que moras sembrada en ojos cerrados, lirios de mar, flores de invierno, sonrisas del desierto, suspiros de fuego.. son muestras de vuestro reino. Padres de nuestras almas, llevamos vuestro sello para ser guerreros portadores de vuestra llama, la misma de los maestros de maestros que vinieron a levantarnos.
Allegados maestros, vuestros mensajes abren las puertas del tiempo, desde las fuentes de la victoria nos traéis el recuerdo de quien verdaderamente somos, el hogar del que partimos, el ocaso en la mortalidad de ojos humanos. Centinelas del tiempo, destellos que nos mostráis el camino, padres de nuestras almas, no hay mayor gozo que vuestro regazo.
Profunda presencia que moras sembrada en ojos cerrados, lirios de mar, flores de invierno, sonrisas del desierto, suspiros de fuego.. son muestras de vuestro reino. Padres de nuestras almas, llevamos vuestro sello para ser guerreros portadores de vuestra llama, la misma de los maestros de maestros que vinieron a levantarnos.
Luz indómita
que te abres caminos en los parajes del sabio, sé humilde en cada paso y haz de
tu árbol raíces que sostengan el amor de nuestro sino. Padres de nuestros hermanos,
os escuchamos para cantaros pasajes de amor y de gloria y así juntar nuestras
manos en un abrazo en la eternidad. Así como se desvanece la niebla, vuestros
reinos celestiales desvanecen las memorias del errado. Cabalgando con caballos
dorados por las sendas del destino abrís nuevos caminos, componiendo nuevas
notas.
Maestros de
nuestros padres, hermanos de nuestra historia, llevamos la llama de vuestra victoria
en la certeza del ahora aunque nos falle la memoria. Desde los tiempos más remotos
somos mensajeros del alba, columnas de luz de una reverencia infinita e
impecable. No hay luz más pura que llevar vuestro estandarte.
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