Desierto ilusorio


Las indomables caderas de la hechicera embelesan mi deseo. La mirada infinita de sus ojos negros gobierna un baile anestésico y las melodías de su seducción ensoñadora me acunan en su ilusorio regazo. Hipnótico de su sed, la dulce cicuta despista al amante de la bebida prohibida. Mantras colectivos se apoderan del néctar de mi placer y en el sudor frenético de una respiración incontrolada estalla la serpiente de ojos encendidos.

En un desierto nocturno me despierto desolado, en silencio. En el cielo brillan las estrellas y en mis mejillas las lágrimas. Desembriagado reconozco la frontera de mi engaño: el maquillaje de un disfraz. Abro los ojos y contemplo como el cuervo oculta la soledad de su vuelo en la noche.  Me reconozco. El amor empieza a volar, hermosa paloma de paz. Soy el miedo a ser tú, soy el miedo a soltar.

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2016 - Entre dos tés